viernes, 22 de junio de 2007

7 años sin El potro




A los diez años cantaba como "mascota" en las actuaciones del grupo Chebere. Siempre se consideró discípulo de la Mona Jiménez. A los 13 años fue el cantante del grupo Manto Negro y dos años después se lanzó como solista.
Su primer disco se llamó La foto de tu cuerpo. El 5 de abril de 1991 cantó por primera vez en Buenos Aires, en el emblemático centro de bailanta Fantástico Bailable. Su verdadero éxito comenzó en 1996 con su disco Lo mejor del amor.
Mujeriego, le decían El Potro por sus hazañas sexuales, gran bebedor de cerveza (decía que ya en el desayuno la tomaba). Solía utilizar su cabello corto y teñido de distintos colores. El pueblo se identificaba con los argumentos de sus canciones: "la muchacha que tenía que dejar la escuela porque estaba embarazada", "la falta de fidelidad de las mujeres".
Sus canciones más conocidas son Yerba mala, Lo mejor del amor y La mano de Dios (dedicada al futbolista Maradona). Su último disco se llamó A 2000 e hizo trece «llenos» consecutivos en el teatro Luna Park.
El 24 de junio de 2000 a las 3.38 falleció en un accidente automovilístico, a la salida del peaje de Hudson de la autopista La Plata - Buenos Aires.



Músico de aquellos, el potro tocaba un poco de todo, desde piano hasta percusión, su energía era incontrolable, única fuente inagotable en Rodrigo para darse cuenta del porque sigue siendo el N° 1 del cuarteto. Rodrigo el potro cordobés se insertó en todos lados. Los bailes, los boliches, el teatro todos estallaron al ritmo del principe del cuarteto. Así era y es el potro Rodrigo, un poco de todo, expontáneo alegre, divertido, original, hacía lo que quería y no se dejaba llevar por el que dirán. Todos los días distinto, como el camaleón cambia de colores según la ocasión, único e inagotable hace muchos años que nuestro país no contaba con un fenómeno de este calibre, quizás esta también sea una parte de su éxito, la necesidad de contar con alguien alegre y divertido, que nos haga pasar un buen momento y que nos incite a vivir la vida con mayor optimismo. Los argentinos lo necesitabamos mucho...

... Un raro carisma. El afecto de su gente. Ese talento único para quedar ubicado en el centro de las tormentas o bajo la lluvia de los flashes. La energía arrolladora que solo la juventud garantiza.Esa extraña fascinación por los precipicios, los afectivos, los morales, los estéticos.En vida, Rodrigo Bueno, el Potro, lo tuvo todo para alcanzar el cielo de las estrellas.Le llevó trece años de los veinticiente que duró su vida encontrar la forma de su destino. La conoció apenas un veramo atrás, en noviembre del 99 cuando la Rodrigomanía estalló en la Argentina. Bastaba pronunciar su nombre para hablar de un fenómeno complejo: crossover musical, capaz de sortear las barreras de las edades y de las clases sociales, un talento musical tan poco confiable como efectivo a la hora de hacer bailar a la multitud. Francotirador verbal, irritador de las correcciones del buen gusto, loco lindo con madre díscola, rebelde sin causa atormentado por litros de cerveza, borracho de imaginados consumos. Pisó Buenos Aiores y generó un Boca-River; de un lado, los defensores del Potro, del otro, los de La Mona. Amenazó con su retiró en diciembre del 2000. Quería vivir tranquilo, decía y engordar la panza con infinitas cervezas. Se imaginaba adulto y retirado. Con el final abrupto, absurdo e inesperado que le presentó la vida, se topó con su destino de mito... (Revista Gente)

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