sábado, 15 de septiembre de 2007

La psicóloga arrepentida



María Inés Chaves Paz, ex jefa de psicólogos del programa, denuncia que se ignoró su consejo al incluir a participantes emocionalmente inestables.
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Un participante de Gran Hermano sufrió un brote psicótico, con alucinaciones. Otro, famoso, pedía a gritos "las pastis, las pastis" que le permitieran soportar el rigor del encierro mientras se daba su cabeza contra la pared de utilería. Una joven contabilizó al menos cuatro intentos de suicidio, antes y después de su aislamiento frente a millones de personas. Y otro de los aspirantes a estrella terminó internado en una clínica para rehabilitarse del alcohol.
Hasta ahora, estas situaciones de desequilibrio mental eran sólo anécdotas desafortunadas. Hasta que apareció la primera gran arrepentida de Gran Hermano. María Ines Chaves Paz, jefa del equipo de psicólogos de Telefe durante las versiones 1 y 2 del Big Brother local, denunció lo que ocurría detrás de escena.
La psicóloga reveló ante la Justicia que a la casa más pública del país ingresaron personas vulnerables, que no estaban en condiciones emocionales de afrontar el ostracismo y cuya participación había desaconsejado expresamente. También acusó al canal, que por contrato se reservaba la última palabra en el proceso de selección, de haber ignorado esta opinión autorizada y que, una vez empezado el show, no siempre se satisfacían los reclamos de atención terapéutica realizados por los participantes. Acusaciones todas que fueron rechazadas por las autoridades del canal (ver recuadro pág. 91).

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